La provincia de Río Negro presenta la mayor superficie afectada por la caída de cenizas, alcanzando las 3,9 millones de hectáreas. Esta región aglomera un total de 1.400 productores aproximadamente, que poseen en total 723.000 cabezas ovinas, 28.500 cabezas bovinas y 77.700 cabezas caprinas. Los departamentos más comprometidos en términos de cantidad de productores y de animales son 25 de Mayo, Pilcaniyeu y Ñorquinco. El 92% de los productores son familiares de pequeña escala (minifundistas), y poseen el 49% de los animales, mientras que un 33% de los animales están en manos de productores empresariales. Es por ello que la asistencia directa con forraje, para evitar situaciones de sub-nutrición podría evitar pérdidas económicas importantes para esta temporada y con efecto residual para los ciclos siguientes.
Efecto del volcán en el ecosistema
La caída de cenizas volcánicas es parte de un ciclo natural en áreas de actividad sísmica y volcánica como la cercana a Bariloche. Desde el punto de vista del suelo, la deposición de material volcánico es una primera etapa en su lento desarrollo. En los años siguientes las cenizas seguirán en el ambiente hasta que sean incorporadas definitivamente al suelo.
El tamaño de partículas de la ceniza caída en un primer momento en Bariloche es similar al de una arena fina. Su incorporación en el suelo puede contribuir a mejorar las propiedades físicas del mismo, como la permeabilidad y la aireación, mejorando la porosidad y la retención de agua, con lo cual se favorecería el crecimiento de las plantas. Sin embargo, en otras áreas se ha depositado ceniza de granulometría más fina, que podría ocasionar una reducción en la capacidad de infiltración del suelo, aumentando el escurrimiento superficial.
La ceniza constituye un aporte de nutrientes minerales que puede variar en su composición mineralógica. Los efectos positivos o negativos de las cenizas en la vegetación dependerán en gran medida del pH (acidez o alcalinidad) del lixiviado que originen esas cenizas. Otro factor a tener en cuenta es la presencia de elementos potencialmente dañinos para las plantas como azufre, flúor y calcio. La liberación de los nutrientes minerales (fósforo, magnesio, y micro-nutrientes) no sucede de forma inmediata, se van a ir incorporando al suelo a medida que se vaya disgregando y descomponiendo la ceniza. Este proceso puede durar decenas de años, sin que se vean efectos positivos a corto plazo.
Los efectos directos de la caída de cenizas en la vegetación dependen del espesor del manto de cenizas. Según agencias neozelandesas si el depósito de tefra no compactada es:
• de 1 a 5 mm: se pueden producir daños en algunos cultivos.
• de 5 a 100 mm: enterramientos de pasturas y plantas bajas, la mayoría de las pasturas se pierden con más de 50 mm de tefra.
• 100 a 300 mm: daño severo a la vegetación arbórea.
• 300 mm: fuerte mortandad de la vegetación.
Un efecto directo debido a la actual caída de cenizas puede ser el desgaje de ramas o el desmoronamiento de árboles debido al peso acumulado. También el impacto de las partículas gruesas de cenizas impulsadas por el viento puede provocar abrasión y heridas sobre la superficie de las hojas y/o flores y su composición química puede tener efectos contaminantes que lleven a la muerte de hojas.
Las lluvias, la alta humedad y el rocío ocasionan que las partículas de cenizas volátiles se adhieran a la superficie de las hojas y pueden interferir en los procesos de fotosíntesis, transpiración y respiración de las plantas, incluso años después de la erupción del volcán.
Afortunadamente la erupción del volcán Puyehue sucedió en el momento en que la mayoría de las plantas presentan actividad metabólica muy baja, por lo que no se habría afectado el crecimiento de las mismas. En el caso de las plantas caducifolias, el efecto debería ser mucho menor que en las plantas perennifolias. Otras plantas, en número mucho menor, se encontraban recién germinadas o en crecimiento en ese momento, por lo cual podrían haber sido muy afectadas.
En zonas de estepa, las plantas palatables estarán menos disponibles para el ganado. Además, el viento puede producir alta removilización de material, y acumularlo en determinados sectores, dando lugar a la formación de dunas que sepultan en parte la vegetación. En zonas productoras de frutales o cultivos que dependen de la floración, el material movilizado por vientos fuertes puede romper los brotes florales.
La germinación de algunas plantas en la próxima primavera puede estar comprometida, dependiendo del espesor del manto de cenizas acumulado, su distribución espacial en el suelo de los bosques y su consistencia. La caída de partículas muy finas de cenizas puede llevar a formar un manto tipo “cemento” que dificulte la germinación. Esto sería preocupante en los sectores donde ha florecido la caña colihue, cuya regeneración depende en gran medida de la germinación de las semillas que se liberaron después de la floración.
Otro tema a considerar es el de las plagas. En Los Antiguos, luego de la erupción del Volcán Hudson en 1991, se observaron ataques severos de pulgones en los álamos, orugas en las malezas y luego en los cultivos.
La presente información fue recopilada por el Ing. Guillermo Melzner de diversas fuentes: (Dres. A.Bermúdez y D.Delpino; J.Grosfeld/J.Puntieri (Depto Botánica, CRUB, UNCo -INIBIOMA) (INIBIOMA – UNRN)